Un ritmo 4/4 metronómico, un bajo monótono en apariencia, pero tóxico, que va introduciéndose poco a poco en el organismo. El techno era ésto. Algo tan desnudo y radical en su esencia, paradójicamente, ha perdurado gracias a su enorme capacidad de supervivencia al pasar de los años y a la permeabilización con otros subgéneros, como ha sucedido en el caso reciente de la “bass music” británica.
En el nuevo Circuito, exploramos algunas de las mutaciones más interesantes que ha experimentado el techno en los últimos meses, en una selección que huele a microclima sudoroso en un club oscuro, mal ventilado y de techo bajo, inundado por ráfagas abrasadoras de una luz estroboscópica.”
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