“Vemos en nuestros experimentos que la gente, que a sí misma se considera muy poco musical y que nunca ha tocado un instrumento, es capaz de procesar la información musical que le presentamos de forma muy precisa y con gran exactitud”.
Stefan Kölsch, neurocientífico del Instituto Max-Planck.
El ser humano es, por naturaleza, un ser musical.
No sé quien dijo que poner un disco era como vestirse por la mañana, o dicho de otra forma, cuando elegimos qué música pondremos, lo hacemos de la misma forma que cuando elegimos con qué harapos nos vamos a vestir, o con qué zapatillas salimos a correr. Es una proyección, una extensión de nosotros mismos. De igual forma que todo el mundo tiene una ‘imagen’ (hasta los que dicen que no tienen, todo el mundo se muestra como quiere), la música que seleccionamos es otra forma de proyección de nuestra personalidad al exterior. Aunque nos cueste reconocerlo, hasta los más zarrapastrosos tenemos estilo.
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